MAISON OZENFANT, de Le Corbusier, en París (Francia), 1922
¡Cómo se nota que es verano y hay tantas cosas apetecibles que hacer al aire libre, que las actividades de ordenador y silla a cubierto se posponen todo lo que se puede!😅
Pero no por eso vamos a abandonar esto al 100%, que nunca es mal momento para seguir aprendiendo y conociendo un poco más de arquitectura. Por eso hoy os quiero enseñar una «joya» de la arquitectura moderna, obra del famoso maestro de la época, Le Corbusier.
Para ponernos en situación, el propietario de la vivienda-estudio que os traigo hoy, Amédée Ozenfant, fue un pintor cubista francés, dentro de la tendencia purista, que colaboró con Le Corbusier en diferentes obras y trabajos. Junto a él elaboró las teorías del purismo en su libro “Después del Cubismo” y también trabajaron juntos más adelante en el periódico «L´Esprit Nouveau» o en su obra “La Peinture Moderne”.
Un tiempo después de haber iniciado su colaboración con Ozenfant, Le Corbusier realizó el proyecto de la casa-estudio para el artista, convirtiéndose en su primera obra construida en París.
Por aquel entonces ya conocía Le Corbusier los nuevos materiales de la época, como el hormigón armado, y había experimentado con ellos en algunas de sus obras más célebres, como la Maison Citröhan o el Pabellón L’Esprit Nouveau.
Había desarrollado también sus teorías acerca de la vivienda, la estandarización o los nuevos sistemas estructurales y el nuevo lenguaje que éstos traían consigo.
Como consecuencia de todo ese conocimiento, la Maison Ozenfant ya refleja algunos de los 5 famosos puntos para una arquitectura moderna enunciados por el arquitecto, como la fachada libre e independiente de la estructura, que permitía una mayor libertad para la disposición de los huecos, o la ventana corrida, estandarizada y adaptada a la escala humana.
Por su parte, la forma quebrada de la cubierta, en diente de sierra, busca enfatizar el aspecto fabril del edificio, algo muy característico de la arquitectura de Le Corbusier en aquellos años, que entendía la vivienda como una «máquina de habitar». Esta peculiar volumetría se trata de un gesto absolutamente formal hacia el exterior, pues hacia el interior el techo es completamente plano.
En la fachada, los accesos se señalan con un pequeño elemento volado sobre los mismos y destaca también la escalera de acceso de forma circular, con la plasticidad que caracteriza a estos elementos en las obras del arquitecto francés (véase otros ejemplos, como la escalera de la Villa Savoye).
En lo que respecta a la composición de la fachada, ésta no responde únicamente a las necesidades de iluminación de los espacios interiores, sino que Le Corbusier plasmó en ella proporciones matemáticas rigurosas, de forma que pueden encontrarse relaciones entre la medida total de la fachada y la de las ventanas, entre otras. Por su parte, las ventanas, ocupan buena parte de la superficie de los paramentos exteriores, iluminando completamente el espacio de trabajo del pintor.
En el interior, el estudio se presenta como un cubo perfecto, con tres caras acristaladas, de forma que se desmaterializa por completo la esquina del volumen.
En lo relativo a la organización funcional de la vivienda-estudio, Le Corbusier la dividió en tres niveles diferentes:
– El primero, para el garaje y parte de la vivienda.
– El segundo, para la sala de estar y la galería.
– Y el tercero se reserva al estudio, concediéndole las mejores vistas e iluminación.
Para conseguir esa iluminación, como ya hemos mencionado, el estudio goza de grandes huecos, uno de ellos, alargado y vertical, tras el cual se sitúan las comunicaciones verticales.
En esos espacios interiores destaca la presencia de dos escaleras (una de ellas en parte circular) con sus sencillas barandillas, como si se tratase de las escaleras de cubierta de un gran barco (una vez más, la máquina de habitar).
La estructura de la vivienda-estudio es de hormigón armado, como no podía ser de otra manera en un momento en el que el material empezaba a popularizarse y a ofrecer nuevas posibilidades constructivas y expresivas en la arquitectura.
Está compuesta por forjados planos y columnas rectas, que no sólo permiten la ya mencionada libertad en la fachada, sino también la planta libre, otro de los 5 puntos de Le Corbusier, que hacía posible a su vez crear distribuciones diferentes en cada planta.
Como curiosidad, mencionar que cuando la vivienda cambió de dueño sufrió una reforma que transformó la obra en gran medida: se eliminaron los dientes de sierra que remataban la edficación y que eran su sello de identidad, y también la cubierta acristalada que escondían estos dientes de sierra y que cubría el estudio de Ozenfant, se cambió por una losa de hormigón maciza y opaca, haciendo desaparecer el cubo perfecto de luz en el que había pensado Le Corbusier.
Nada más por hoy, espero que os haya gustado. Pronto más.
B.
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